martes, 29 de enero de 2013

Capítulo 25: El otro yo del Doctor Latuada


El otro yo del Doctor Latuada
El hombre lo había interceptado, a la salida del bar El Foro, un tiempo antes de la desaparición de Miguel. Latuada conservaba en sus narices el olor a café de máquina que se mezclaba con el del cigarrillo y algún dejo del  roble que se niega a desaparecer de algunos bares de Buenos Aires. Era una mañana dorada de mediados del otoño. Los abogados entraban y salían del lugar portando su uniforme de saco y corbata. Y las mujeres, el infaltable traje sastre. Desde lejos se diferenciaba a aquellos que habían pelechado con la Argentina primermundista de los que peleaban el pesito en pleitos sin importancia. Gonzalo, como siempre, hacía promedio.
“Vea, amigo, no tengo nada que decir sobre este muchacho, el Ingeniero Gómez. Pero, ante todo, ¿con qué credenciales cuenta? ¿Detective privado? ¿Lo manda Clara, la esposa?”
….
-Parafraseando al filósofo: “Solo sé” ¡Qué vulgaridad la mía!
….
-¿Encuentros? No voy a decir nada, soy un caballero.
….
Las conversaciones en la combi, con Gómez, son absolutamente intrascendentes. Nunca hablamos de trabajo. Lo único que sé es que es Ingeniero Químico y que trabaja en un laboratorio relativamente conocido. Pero no más que eso. Y como se imaginará, mucho menos hablamos de mujeres.
El “curioso” partió, pero dejó sembrada en Latuada la sensación de que Miguel andaba en algo más que engañar a su mujer con los pechos florecidos de Flavia. Prestaría mucha atención de ahí en adelante. Tal vez la uruguaya no estuviera perdida para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario